BIENVENIDA

Hola, el ropero te da la bienvenida.

Si no sabés qué ponerte (sobre qué escribir), dónde dejaste eso que querés llevar hoy (no te acordás de algunas reglas); si querés revisar chucherías, sacar algo de años anteriores para ver si te entra; en fin, si tenés ganas de esto y más abrí el ropero.

CUERPO PRINCIPAL:

PERCHERO: Aquí se cuelgan las consignas y otras “ropas” (temas especiales que podrán servir para alguna de estas consignas) - ESTANTES - CAJONES

Todos estos lugares serán actualizados –esperemos- con frecuencia y también en el transcurrir se agregarán otros.

ACLARACIÓN

No somos profesores de literatura pero sí somos escritores y, sobre todo, lectores con experiencia que pretenden compartir lo poco o mucho que saben. Este espacio es para incentivar a quienes gusten de crear literariamente.

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martes, 4 de octubre de 2011

Estante de ejercicios

Para saber sobre la consigna, descolgá esta  percha.


Llegó a su vida como una  niña errática y desnuda. Abrió sus labios como pétalos perfumados y él la atrapó, simplemente, cual  planta carnívora a un insecto.

En ese laberinto de confusiones aprendió, de felicidad  esporádica, de noches de euforia, de adversidades antojadizas, de abrazos furtivos, de besos embriagadores, de golpes rabiosos, de caricias desgastantes, de lágrimas arrancadas a la noche y vertidas en soledad. Lo siguió sin rumbo, por caminos sin retorno y especulaciones oníricas. Deambulaban como náufragos, sin escapatoria, se deseaban con un ansia brutal, con prisa, satisfaciendo urgencias imprecisas, con palabras apenas murmuradas, con silencios compartidos y con promesas inconclusas.  

Cada día su comportamiento se volvió más extraño, sus quimeras espirituales se exacerbaron. Por primera vez, ella escuchó hablar de rituales para ejercitar la voluntad y exorcizar las emociones. Él había comenzado a andar por una senda macabra. Cuando la indujeron a beber y la obligaron a abrir la boca, un  líquido amargo brotó de las comisuras de sus labios, lloró de consternación, un universo de pesadumbre la inundó. No hubo océano más grande que su llanto. Supo, en ese momento, que estaba entregando el alma y el  cuerpo al diablo, supo también, que estaba en un total abismo de desamparo. Él,  que había sido su compañero,  le clavó el cuchillo ritual en el vientre y comenzó la carnicería.

El ritualista bebió el  vaso de  sangre del cordero y se perdió irremediablemente en su locura mística. Ella fue el cordero del sacrificio, de un enamoramiento perverso, de un amor desaforado.

Melissa

1 comentario:

  1. Suele suceder que los hombres (y también las mujeres) atrapan al otro como planta carnívora aunque no sean como tu ritualista.

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