Mal humor
Tengo un problema grave con mi hijo- protestó mamá- no consigo que preste atención. Me abraza sólo para que le otorgue la mesada. Responde de mala forma. Su cuarto es un espanto. Deja todo tirado: zapatillas hediondas, medias olorosas, camisetas transpiradas, los libros del colegio por el suelo, el uniforme arrugado. Lo peor es que conserva los restos de comida: gaseosas sin terminar, emparedados a medio comer, latas abiertas, fruta mordida. La comida sin frío huele mal. En resumen la habitación parece un basural. No comprende para qué sirven las heladeras. Esto se ha convertido en mi obsesión y a mi disgusto se lo hago conocer a cada momento.
Ahora soy yo el que no comprende por qué, la otra tarde, cuando llegué con mi cabello recién teñido de verde, encontré a mamá en medio de una crisis.
Con onda lo digo: No me explico. Para darle gusto había ordenado al taco: las medias cada una dentro de los huecos de los huevos. Los timbos abajo, en el contenedor de las verduras. Las remeras dobladitas en los estantes enrejados, los restos de comida ubicados en el lugar de las botellas y en el freezer, como es obvio, por ser lo de mayor baranda, la ropa de jugar futbol. No me explico- decía- por qué a mi madre la encontré en semejante estado de nervios, eso me da mucho mal humor.
Aquelarre
Interesante. Se me confunden un poco los personajes del relato.
ResponderEliminarMe pareció que al decir Y AHORA SOY YO EL QUE NO COMPRENDE...CABELLO TEÑIDO DE VERDE Y CON ONDA LO DIGO, era obvio que comenzaba a hablar el adolescente. Tal vez tengas razón y debería separar mejor los espacios de cada uno.
ResponderEliminarEs como si hubieras estado en mi pieza cuando era adolescente (¿estuviste?) Buen descuelgue el de esta percha, bien des-ordenado todo.
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