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Hola, el ropero te da la bienvenida.

Si no sabés qué ponerte (sobre qué escribir), dónde dejaste eso que querés llevar hoy (no te acordás de algunas reglas); si querés revisar chucherías, sacar algo de años anteriores para ver si te entra; en fin, si tenés ganas de esto y más abrí el ropero.

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PERCHERO: Aquí se cuelgan las consignas y otras “ropas” (temas especiales que podrán servir para alguna de estas consignas) - ESTANTES - CAJONES

Todos estos lugares serán actualizados –esperemos- con frecuencia y también en el transcurrir se agregarán otros.

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No somos profesores de literatura pero sí somos escritores y, sobre todo, lectores con experiencia que pretenden compartir lo poco o mucho que saben. Este espacio es para incentivar a quienes gusten de crear literariamente.

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lunes, 26 de septiembre de 2011

Estante de ejercicios

Para saber sobre la consigna, descolgá  esta percha.

La Cenicienta





-Me llamo Cenicienta -¿que no me conocéis?-¡cómo no me vais a conocer!-la del cuento-¡la de las hermanastras!

-Sí, mi madrastra murió hace años-Era odiosa, siempre queriendo educarme. Yo creo que murió de prolija ¡de aburrimiento murió!-¡pobre papá no lo dejaba vivir!

-El castillo estaba impecable eso no lo voy a negar y a nosotras nos tenía como lo que somos, verdaderas princesas. Bueno, yo soy princesa mi hermanastras no, lo que es por la madre…

-No, no tenía sangre real, del vulgo la trajo. Casi muero del disgusto cuando papá anunció su boda con ésa.

-Pecaba de humilde ni vestido de novia quiso, se casó con un trajecito ¡¡un trajecito!!-

Imaginàos cómo la miraban los invitados -¡el Mayordomo estaba mejor vestido que ella!-¡qué papelón!-yo veía las sonrisitas el día de la boda y eso que al castillo lo arreglamos de punta en blanco.

-Ella quedó viuda estando encinta de la más chiquita-sí, se casó con papá embarazada de pocos meses por eso no se notaba.

Después trajeron a vivir al Castillo a mis hermanas, igualitas a ella -¡menos mal que mamá no lo vio!-¡ella misma las amamantaba! yo no podía creer verla cambiarles los pañales.

¡Un olor en mi cuarto!-¡sí. Como lo oísteis las ubicaron en mi cuarto!

-“¿Hay que unir las hermanitas”-dijeron-¿Las hermanitas?

-La mayor morocha, cabello grueso, ojos marrones. ¡Nada que ver con nosotros!-

-Nació en primavera- la madrastra misma le tejió el ajuar. Todo el invierno trabajando ¡una cunita!

-Las ubicaron al lado de mi cama para que lloren las veinticuatro horas, para que toquen todo, para que molesten

Menos mal que el ala derecha del castillo todavía conserva las habitaciones de mamá como cuando ella vivía.

A la segunda de mis hermanastras la pusieron en una cuna junto a la cama de la primera.

-¡Yo vivía en penitencia!-me mandaban a lavar los platos, a quitar la ceniza del fogón, por eso me dicen Cenicienta. No, no me llamo Cenicienta, me dieron ese mote mis hermanastras- porque cuando no les ataba entre sí las puntas de los escarpines que

tenían puestos las bebés se me caía una almohada encima de la que dormía y hechos de ese estilo.

-¿Que cómo me llamo?- María Gracia Stephanie Helena Letizia, los nombres de mis abuelas y de mi madre-no, García es el apellido materno de mis hermanastras-

Por eso el colmo de mi ira se dio cuando colocaron un moisés en mi habitación-si al menos hubiera nacido hombre hubiese dormido en otro cuarto de palacio ¡no, tuvo que nacer mujer para que la ubiquen en el mío!

A la escuela no quise ir. No, no me gustó nunca estudiar en cambio mis hermanastras vivían en la biblioteca. Leían como poseídas, me aburría nada más de verlas-la mayor es Abogada. La otra es Médico y la pequeña Farmacéutica, abrió una farmacia en el centro de la aldea.

-¿La fiesta?- ¡cómo no voy a ir!-ellas también pero regresaron temprano porque no habían cumplido los diez años cuando el rey convocó a las princesas del reino.

-Yo había cumplido recién los diecisiete- Me puse un vestido de mamá ¡precioso! la envidia de todas- No, no fui en una calabaza ¡faltaba más! esos son cuentos-en mi carruaje, con mi cochero personal, como corresponde.

-A la primera que invitó a bailar el príncipe-¡qué buen mozo! ¡tan galante!-

-El zapato era de cristal traído de Venecia- me los hice tallar especialmente por el zapatero del reino.

-Se me rompió un taco y no podía quedar coja en la fiesta, no hubiera resultado presentable.

-Salí corriendo del castillo del príncipe- de la impotencia lo dejé tirado en la escalinata y me fui a dormir-¿qué podía haber hecho? ¡¿Llorar toda la noche?!

-Al otro día salió el bando- es que no nos habíamos presentado, no alcanzamos a intercambiar ni una palabra.

-Vino a casa- yo me vestí como una reina- lo recibí con honores- me probó el zapato y efectivamente, era el mío, me calzó perfecto.

-Salimos varias veces-“Para conocernos mejor”-dijo.

-El príncipe dijo también a los pocos días –“Todavía soy demasiado joven para los compromisos, no estoy seguro, lo tengo que pensar, no gano lo suficiente”.

Mis hermanastras se casaron- A veces vienen a visitarme, traen los chicos-son insoportables, pisan las flores, bajan por los pasamanos, nadan en el estanque ¡un horror!-Se casaron bastante bien, uno es Duque y dos son Condes.

-¿El príncipe? se casó también- los hombres son así ven una cola y se casan con cualquiera, mirad si no a mi padre.

-No. Yo estoy soltera ¿cuántos príncipes herederos creéis que hay en un reino?

Aquelarre

5 comentarios:

  1. Excelente. Una Cenicienta insoportable.
    Bien merecida se tienen la soltería

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  2. Excelente. Una Cenicienta insoportable.
    Bien merecida se tienen la soltería

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  3. Excelente. Una Cenicienta insoportable.
    Bien merecida se tienen la soltería

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  4. ¡qué cambio! Muy bueno, una cenicienta impensable.

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  5. ¡¡¡Excelente!!! Es impensable que pueda existir una mejor versión que ésta.

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